Un año después de hacerse con la vara de mando municipal, la alcaldesa, Ada Colau, habla sobre la ciudad, sobre qué ha supuesto pasar del activismo a la política institucional, sobre su adaptación al cargo.
–Un día dijo que ya no era activista, que era alcaldesa. ¿Cómo ha sido el viaje?
–He pasado de ser activista a alcaldesa y no es lo mismo, pero me siento la misma persona y persigo los mismos objetivos: hacer una ciudad mejor, que las personas estén en el centro de las políticas públicas. Cuando eres alcaldesa tienes un rol institucional que te obliga a esforzarte en ser la alcaldesa de todos, no solo de los que te votaron, e intentar escuchar y entender las razones de todos. Supone un esfuerzo de empatía que veo como un ejercicio enriquecedor. Tienes que medir tus palabras, hay cosas que harías de forma más contundente, es una gran diferencia. Estás en primera línea de una ciudad maravillosa y aprendes mucho. Ha sido un año de un gran aprendizaje, de conocer la complejidad de Barcelona. Como activista puedes dar respuestas inmediatas con tus recursos. Como alcaldesa me he encontrado a gente que me interpela sobre situaciones concretas, individuales, sobre las que no puedo intervenir. El balance es muy positivo. (…)